martes, 29 de mayo de 2012


NOSTALGIAS EN DVD Y EN ARIAL 12.

 Desde que tengo recuerdo del uso de Word, primero para mis tareas, cartitas de amor, discursos y posteriormente para mi trabajo, informes, renuncias, reportes, oficios y desde luego para los hakunas, he utilizado la tipografía arial en tamaño 12.

Honestamente he olvidado por completo los motivos, seguramente era la que usaban quienes me introdujeron en el uso de esta fabulosa herramienta - para mi tan parecida a una cámara fotográfica - pues según yo la predeterminada en aquel entonces era la times new roman. De vez en cuando con la idea de ser cool usaba la comic sans, pero invariablemente la arial 12 es mi letra digitalizada.

Hoy en día, a mis 34 años me estoy comenzando a volver un nostálgico digital muy parecido a aquellos integrantes de una generación anterior que coleccionan viniles y cosas que parecen anticuadas, yo mismo colecciono películas, muchas que ya he visto y otras que conservo para el momento adecuado y debo confesar que cada vez más detesto las nuevas versiones de Word y prefiero las antigüitas que usaba en mis años nobeles.

Definitivamente la nostalgia es una característica humana, no creo que ninguna otra forma de vida tengan la frustrante condición de recordar, suspirar y extrañar que tenemos nosotros… y es que en términos reales y prácticos no es bueno volver al sitio de los antiguos éxitos o de las anteriores alegrías, no está padre vivir de recuerdos, acumularlos, coleccionarlos, pero sin embargo es una de las cosas  que mejor hacemos, ¿quién no tiene fotos de bebe?, ¿quién no tiene colgados los diplomas de lectura rápida y comprensión de la primaria?, ¿quién no colecciona los boletitos del cine de todas las veces que fue con la novia?, ¿quién no se acuerda de su primer beso, de su primer salida, de su primer borrachera, de su primera vez?

 La nostalgia según mi vigésima primera edición del diccionario de la real academia española del año de 1992, es la tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida, añoranza, es decir, nos entristece ya no tener,  sentir, ver o tocar aquello que en algún momento determinado nos hizo felices.

La nostalgia en términos reales es un sentimiento o una condición poco útil, incluso innecesaria si partimos del punto del que hoy somos lo que hemos sido y nuestra búsqueda está hacia delante y no hacia atrás, en el consciente colectivo mexicano no creo que haya nostalgia de alguna época del siglo 20 que nos haga sentir orgullosos como nación, tal vez el escuadrón 201, las películas del cine de oro, la nacionalización del petróleo, el nobel de Octavio Paz, las olimpiadas del 68 o los mundiales del 70 y el 86, pero en realidad todas esas cosas, no fueron vividas por una inmensa mayoría de los mexicanos de hoy, que a pesar de tener tantas herramientas de información al alcance de un teclado y un mouse, desconocemos bien a bien que pasó en realidad en el mítico siglo XX.

La arial 12 y los dvd’s en mi caso, me permiten atesorar lo mejor de una época y vincularlo al día de hoy, no es que me niegue a usar nuevas herramientas o a ver nuevas pelis, por el contrario, estoy ávido de saber que viene, de experimentarlo, de vivirlo, sin embargo todo aquello que atesoro como parte de lo mejor es lo que me une al pasado y me ayuda a recordar de donde vengo, quien me ha acompañado y para donde voy.

Pienso que lo mismo debe pasar con México, que más que un solo siglo, es un cumulo de historia, de mentes brillantes, de almas apasionadas, de héroes anónimos, de logros colectivos, de retos superados, de culturas históricas, de leyendas, de rutas, de luchas, de sabores, de colores, que todo en conjunto nos define y nos pone en contexto para entender y valorar qué queremos y como donde y cuando lo necesitamos.

PD. Saludos a vic, melqui, fer, margarito y carlitos que me enseñaron a usar la compu.

Mi primer dvd fue “jamás besada” y el más reciente “the apartment”, vaya que me he sofisticado.

lunes, 7 de mayo de 2012

REALIDADES


(Escrito en enero del 2011)

Me he topado con muchas y diversas realidades en un país que para los mexicanos resulta icónico, nos despierta cualquier cantidad de sentimientos encontrados, distintos, dialécticos.

Al entrar al país, lo hice de manera legal, en un vuelo comercial regular, común, ¿el motivo de mi visita?, fue mi primera duda, definitivamente lo iba a disfrutar, pero no creo que el termino "de placer" fuera el correcto, finalmente venia a estudiar a Harvard, la Universidad más antigua de Estados Unidos y la más prestigiada del mundo.

Al mencionar eso a los oficiales de aduana que me tocaron, el semblante les cambiaba, el humor se les aplacaba y el trato era realmente grato. Creo que, por lo que he visto las últimas semanas, los gringos ya no se sienten tan superiores como hace 3 o 4 décadas, hoy saben que hay mejores sistemas educativos que el suyo y que en algunas partes del planeta los están alcanzando rápidamente.

Algo de eso tendríamos que aprender en México, ¿no es increíble, lo fácil que nos han rebasado otros países que parecían muy inferiores?

En la zona de Boston y Cambridge en Masachusetts, conocí a personas de todo el mundo, pero especialmente a mexicanos valiosísimos que están haciendo grandes cosas estudiando por acá, están politizados, saben como están las cosas en el país y tienen sus opiniones y sus criticas muy bien arraigadas.

Me volví a ver, después de unos años, con un niñito que me daba las duras y las maduras en el tenis en mis épocas del club Toluca, Fili Cedeño, que siempre fue un joven inteligente y aplicado y que ahora esta haciendo su doctorado en medicina en un área muy interesante que es la piel, en la rama de la inmunología.

Platique con Onesimo Flores, urbanista, que prepara su tesis sobre los transportes articulados de México, compartimos e intercambiamos opiniones del mexibus de Ecatepec y Tecamac, espero haberle sido de utilidad.

Conocí a un genio de 27 años llamado Roberto Olivares, químico, mucho hará por México, el agua y el mundo.

Ademas, me hice amigo de mexicanos que vinieron a lo mismo que yo a Harvard, a constatar que aquí no tienen las respuestas a nuestros problemas, pues de lo contrario el presidente Calderon ya las hubiera aplicado. (El fue alumno del programa Mason, dedicado a quienes han tenido cierto tiempo de trayectoria pública en su país).

Compartí la mesa, el dialogo y la convivencia, con quien en México seria si no imposible, si improbable, pertenecemos, de entrada a distintas ideologías, pero además nuestros caminos no son paralelos y de momento, hay algunos más encumbrados que otros.

Esta realidad mexicana en los Estados Unidos, me dio esperanzas de que ahí vamos, de que ahí la llevamos, además y a manera de postre pude percatarme de la clase de político que es un aspirante a la presidencia de México, que no fue capaz de saludar a un grupito de mexicanos, ¿y así quiere mi voto?

Concluido mi recorrido académico, llegue a la ciudad que todos conocemos aunque nunca hayamos estado acá, el único sitio en el que te sientes solo, perdido y no te importa, porque aquí se hablan todos los idiomas, en cualquier lugar, a cualquier hora, escucharás muchas palabras afines y muchas otras que no entiendes.

Llegué, al sitio insignia de la cultura norteamericana, con sus iconos, con sus leyendas, con sus mezclas de realidad y de ficción, en donde en ocasiones ya no puedes ver la diferencia, aquí lo mismo te explican en un tour la historia de la construcción de un edificio o que en ese mismo hospital “saint Vincent”, nació Emma, la hija de Rachel y Ross en la serie de TV “friends”.

Acá, me he dado cuenta que la pizza en Manhattan ya no es mas italiana, ahora es mexicana, pues son mis paisanos poblanos y oaxaqueños quienes alargan la masa, ponen los ingredientes y hacen las entregas.

Volví al broadway con el que sueño desde niño, en el que no hace falta entender al 100 % el idioma para transportarte al lugar de la historia, nunca me voy a cansar de ir al teatro.

Conocí a más paisanos que se quedaban a platicar conmigo en “frankie and johnnie’s”, uno de los restaurantes clásicos de la zona de los teatros, muy al pesar de los desabridos capitanes, mis paisanos venían a escuchar del país, a preguntarme de todo, lo mismo del crimen y la violencia que de Kalimba y yo aprovechaba para platicarles de Peña Nieto y el futuro.

En fin, esta realidad tan distinta, porque la verdad es que aunque no nos traten mal, los mexicanos que vienen a estudiar tienen otras expectativas que los que vienen a trabajar, unos vienen porque han alcanzado cierto estatus y otros porque no les ha quedado de otra, pero ambos sin excepción, quieren mejorar.

En ambos casos los que quieren regresar son algunos, pero no todos, los estudiantes se sienten menospreciados y desperdiciados, muy pocos quieren regresar a México a aplicar sus conocimientos; los trabajadores, en su mayoría quieren regresar por nostalgia, para volver a ver a sus padres o a sus hijos, pero saben que regresaran a la miseria y al desempleo.

Yo, que escape un poco de mi realidad, que tome un tiempo para priorizar, pensar y convivir conmigo mismo, me doy cuenta que quiero regresar, pero no para ser un estudiante, sino un aplicador de conocimientos y experiencias, quiero regresar a trabajar con dignidad y a partirme el lomo como lo hacen por acá mis paisanos, quiero regresar pero no para ser un espectador como lo soy en broadway, quiero regresar a mi país, porque tuve que viajar miles de kilómetros para darme cuenta de quien soy, que quiero y a donde voy.

Me voy de donde te dicen, “welcome put out your shoes” y “good bye see you soon, take off your jacket”.

Muchas realidades distintas, muchas verdades encontradas, cohabitan en el mismo espacio y tiempo, lo importante no es unificar, pues no necesitamos unanimidad sino entendimiento, acuerdo, paciencia y vislumbrar que para ser el país que deseamos, necesitamos empezar por ser los mexicanos que deseamos.