lunes, 25 de junio de 2012

SER OPORTUNO


SER OPORTUNO.
REGLA 4.

Muy de malitas comienzo a escribir este hakuna, pues después de un larguísimo ayuno y de someterme a una tomografía con una atención muy deficiente, puedo comer algo y aprovechar para hacer catarsis escribiendo.

Siempre he creído que si pagamos o nos descuentan de nuestros sueldos cuotas para nuestros servicios de salud, pues debemos usarlos, lamentablemente los servicios públicos de salud son inhumanos, deficientes y muy desatentos – la verdad también en el ABC son así- estoy seguro que los mejores médicos, aparatos, tratamientos y enfermeras de México, se encuentran en los hospitales públicos principalmente de la capital y también estoy seguro que en todos los hospitales públicos del país hay grandes doctores y enfermeras, pero también estoy seguro que existe gente poco profesional, desatenta, ruda, grosera y prepotente,  a quienes llamamos despectivamente burócratas.

En fin, lamento mucho que los mexicanos tengamos que someternos al maltrato de quienes se supone nos deben servir, pues finalmente sus salarios vienen de nuestras aportaciones e impuestos, pero es un tema en el que nadie, de ningún color o nivel de gobierno se interesa.



La regla número 4 de Baz, “Ser oportuno”, es mucho más profunda y difícil de cumplir que cualquiera de las otras 3, que ya de por sí, guardan complejidad y requieren de voluntad, vocación y constancia; ser oportuno implica ser muchas cosas más, inteligente, profesional, certero, maduro, templado y saber entender o diferenciar las situaciones, momentos y personas de nuestros entornos.

Ser oportuno implica también o requiere algo de simpatía y carisma, así como de naturalidad, buena fama e intuición o sea, no está fácil.

En el siglo pasado cuando andaba de grillito cantor en una cursilería juvenil llamada “México Nuevo”, tuvimos la oportunidad de platicar con un profesor que había sido de todo en su gremio y muchas cosas en la política, quien con su largo colmillo de morsa nos permitió presentarnos preguntándonos qué hacíamos, ni tardos ni perezosos los párvulos aspirantes a bebesaurios comenzaron por decir los rimbombantes cargos que ostentaban, secretario de tal, coordinador de tal, encargado de aquello, tras algunas presentaciones intuí que el profe Sixto andaba buscando una respuesta a modo para empezar su charla y me avente a presentarme y a decir “yo hago de todo”, de inmediato una sonrisa se esbozo en aquel hombre y de ahí se agarró para darnos una muy buena plática de que en política hay que estar dispuesto a entrarle a todo, vaya, a tener disposición para participar y aprender; fui oportuno.

En los concursos de oratoria, estudiaba a mi jurado, en ocasiones oradores mayores o maestros de edad avanzada, en otras jóvenes organizadores o campeones recientes, autoridades o personalidades que poco sabían de oratoria pero cuya opinión sería muy tomada en cuenta, buscaba entonces ser oportuno en mis disertaciones, en el tiempo, en las citas, en las alusiones a personajes históricos, ya fueran pensadores, intelectuales, políticos o escritores; casi siempre gané.

Sin embargo, en algunas otras experiencias personales o laborales, me daba cuenta que las adulaciones excesivas, las muestras exageradas de conocimientos o experiencias no eran tan bien recibidas por los interlocutores, quienes en ocasiones se mostraban indiferentes y en otras molestos; comprendí entonces la diferencia entre oportuno y oportunista.

Ser oportuno nada tiene que ver con la suerte, eso más bien es tener tino, lo que ocurre de vez en cuando y desde luego no está basado ni en las capacidades personales ni en la intuición, pues ésta, incluye además el cálculo del terreno que se pisa, el estado de ánimo de la gente y desde luego el estado de ánimo propio.

Ser oportuno también significa que cumples con las otras 3 reglas, es decir, es la consecuencia lógica de vivir dentro de la realidad, de no hablar mal de nadie y de no confundir lo supuesto con lo averiguado, ahí está el detalle, las reglas de oro de Baz no son un simple manual o un método de pasos a seguir que garantizan el triunfo o el éxito, son una serie de atributos que hay que explorar, adquirir, cultivar y perfeccionar a lo largo del tiempo, siendo la constancia y la perseverancia las claves para lograrlo.

Quien cumpla con las reglas de oro de Baz, o más bien quien las adopte como modo de vida o desempeño no tiene asegurado cumplir con sus anhelos políticos personales, pero si tiene muchas posibilidades de convertirse en una persona íntegra, respetable y digna de confianza; al final de su vida el Doctor Gustavo Baz Prada era muchas cosas y había sido muchas más, pero finalmente además de tener nombre de calle, se convirtió en un personaje respetado, admirado, imitado y universal.


PD. Esta semana llegan a su fin las campañas, cumplo tres meses en cetosis, viene la elección y llega Manolín, pero lo que más gusto me da, es que la próxima semana aquí seguiremos, si Dios nos presta vida.

jueves, 21 de junio de 2012


NO HABLAR MAL DE NADIE.

LAS REGLAS DE ORO 3

 Si esta les suena difícil, esperen la cuarta, sin embargo es la regla más fácil de cumplir y por lo mismo la más fácil de romper.

Metido en este proceso de la dieta en cetosis me he dado cuenta de que lo más fácil de la dieta es seguirla a pie juntillas pero también es igual de fácil romperla, desde luego que los resultados son notoriamente diferentes, para empezar está el sentimiento de culpa desolador y obviamente la consecuencia funesta de no cumplir con el objetivo.


 No les voy a mentir diciéndoles que no es placentero romper la dieta y darme gusto con un antojo feroz, porque hambre no me da, lo que me regresa al tema de la regla de oro de Baz y me hace pensar en ¿qué satisfacción encontramos al hablar mal de alguien?.


Honestamente debe haber un gusto, una satisfacción en todo aquello que hacemos voluntariamente, hay otras cosas que tenemos que hacer o por las que tenemos que pasar que no dan ni gusto ni satisfacción, probablemente algo de consuelo o tranquilidad al pasarlas, pero ahí no hay de otra, la diferencia entre lo que queremos hacer y lo que tenemos que hacer radica específicamente en la satisfacción del hecho.


Por ello me resulta incomprensible que la gente disfrute o encuentre algún tipo de satisfacción hablando mal de alguien más, no es ni siquiera sano para nosotros mismos y ver o escuchar a alguien refiriéndose así de otra persona, regularmente ausente en ese momento, nos refiere que eso mismo puede hacer el interlocutor de nosotros en nuestra ausencia.


“Hazte de fama y échate a dormir” dice el dicho, y es precisamente lo que pasa cuando alguien se vuelve chismoso, mentiroso, solapador o injurioso, cuando le quieran adjudicar una falta, cuando le quieran colgar un muertito, no habrá mayor problema en creerlo, porque precisamente esa fama ganada lo antecede; incluso, aplicando otro dicho que reza “maté un perro y ya soy el mataperros”, no salvamos al sujeto, pues basta una sola ocasión de oírlo despotricar para que deje sentado el mal antecedente.


En la política y en la vida –como podrán darse cuenta ambas cosas muy similares- la honestidad y la prudencia son valores fundamentales para ser dignos de otorgar o recibir confianza, pues se trata de muestras universales de madurez, de serenidad, de autocontrol y de congruencia.



Tuve mi propia experiencia enriquecedora muy temprano en la vida, en primero de secundaria, en la gloriosa 5 anexa a la Normal la maestra Alicia Hernández de ciencias naturales organizó una ida al museo del calvario, puntual como siempre llevé mi dinero para el pase y todo eso, un billetote de diez mil pesos recuerdo, que nunca llegó a ser el pago del mentado viajecito, pues una niña alegó que aquel dinero le pertenecía y sin más la maestra lo sacó de mi bolsa para entregárselo a la escuincla aquella sin mediar mi derecho de audiencia.


Enojado, indignado y confundido, me dediqué a referirme a la pequeña compañerita como “la cebolla”, (estaba para llorar) y en algún momento hable mal de ella entre mis cuates e incluso me atreví a despedirme con el famoso mote que colocó nuestro compañerito López Portillo, que dicho sea de paso rebautizó a media generación, la otra mitad se la echó la Sunyol.


Más tarde, preocupado por el asunto de la lana y entripado por el coraje, me dispuse a relajarme como solo los hombres de 12 años sabemos hacerlo: yendo a jugar futbol; ya de regreso en la casa, mi mamá con una cara de sorpresa, gusto, complicidad y algo de indignación, ésta muy fingida, me interceptó para decirme que para mi mala suerte ese día mi papá había venido a comer y que en el preciso momento de la sopa aguada, aparecieron la cebolla, sus carnalitos y su abuela, con un palo en mano, para reclamar airadamente la ofensa que yo había perpetrado contra el honor de la familia.


Aguantándose la risa, mi papá me dio aquel derecho de audiencia tan anhelado en la mañana y me permitió llorar como la magdalena y explicarle con lujo de detalle la verdad y los motivos de mi angustia y coraje. Desde luego que Don Jaime aprovechó para darme una lección de cómo tratar a las personas, de cómo enfrentar las injusticias y de cómo ser digno y respetuoso incluso en los momentos más difíciles.



A años de distancia agradezco a la vida que haya sido en esas circunstancias como aprendí el arte de la prudencia, de otro modo, en otro momento realmente difícil, seguramente me hubiera sido más doloroso.


Pero aprendí además algo igual de valioso, que aquella oportunidad que me dio mi padre de explicarme no la iba a tener siempre, que debía de andar cuidado por las ramas pues no todos me iban a tener tal consideración; la cebolla siguió su camino sin que de mi parte jamás volviera a haber sentimiento o expresión alguna, el mundo era demasiado grande para los dos y para la maestra Licha, incluso para la santa abuela del palo vengador.



No hablar mal de nadie habla bien de quien lo práctica y obviamente hablar mal de alguien habla peor de quien lo hace.



Antes de concluir esta serie de 4 entregas de hakunas dedicados a las reglas de oro de Baz, quiero recomendarles el documental que sobre la vida del Doctor Gustavo Baz Prada, realizara el cineasta toluqueño Gerardo Lara y que se llama “El volcán”, es una pieza única, una obra de arte que merece difusión y reconocimiento, porque habiendo tantos mexiquenses distinguidos, Lara fijó sus esfuerzos en el emblemático médico revolucionario de Tlalnepantla.



PD. Contaban que en algún recorrido con su nieto, el Doctor Baz escuchó: “Abuelo, tienes nombre de calle”.

La mayoría de los humanos no tendremos nombre de calle, pero habrá que ser ejemplo de buen vivir, para que nuestros herederos ostenten con el mismo orgullo que nosotros, el buen nombre que nos ha sido heredado.

Cetosis en progreso: -21 y contando. (pronto dejare de tener peso de frecuencia de radio)

sábado, 16 de junio de 2012

LAS REGLAS DE ORO 2. “NO CONFUNDIR LO SUPUESTO CON LO AVERIGUADO” FELICIDADES Y GRACIAS PAPÁ




En mi mediana infancia conocí al Doctor Baz, ya había tenido contacto con el, pero ciertamente tuve conciencia de quien se trataba hasta unos años después, recuerdo que era un señor muy grande, mi papá lo refería como su maestro y me platicaba un montón de cosas de el: que fue gobernador muy joven, que hizo más de 10,000 apendicectomías, que por una de ellas le cobro  unos cuantos dólares más a una señora rica que se fue a Houston a que la operara el mismo Doctor que la operaría en México, que se levantaba a las 5 de la mañana, se daba un baño de agua fría y hacia mucho ejercicio.

En algunas ocasiones, Manolin y yo, acompañamos a mi papá a la casa de Baz o a su club, en donde desayunábamos muy sabroso y al final, se juntaba un dinerito entre todos y se pasaba el cubilete de mano en mano – éramos muchos – hasta que al final quedaban 2 y se jugaban el albur a un dado. Cierto día de diciembre, recién había pasado mi cumpleaños y estando próximo el de mi mamá, llegué a la final del cubilete habiendo librado un par de “pachucas” de las que me sacaron dos desafortunados más adelante en la mesa, cuando me tocó girar el dado, nubladamente recuerdo que gané aunque en realidad no sabía y finalmente aunque todos querían que el premio fuera para mí, mi papá decidió que debía dividirse entre el señor que llegó a la final y yo, que me quedé desconcertado.

Como si tuviera lumbre, en cuanto pude, me fui a comprar un “transformer” y un paquete de bolsitas de “krankys” de ricolino que fueron el regalo de cumpleaños de mi mamá, todo lo hice sin pedir autorización pues asumí que se trataba de mi dinero y que podía usarlo como mejor me pareciera; vaya como me fue mal esa noche cuando mi papá se enteró que había dilapidado aquellos pesotes en esas frivolidades, me sentí mal, como si hubiera hecho algo malo, aunque en realidad gran parte de mis recuerdos reprimidos tienen que ver con sentimientos parecidos.

En política, “no confundir lo supuesto con lo averiguado”, se refiere a grandes rasgos, a que la información es poder, siempre y cuando esté confirmada y sea entonces momento de compartirla con quienes debemos y en el momento que debemos (de esa otra regla hablamos después), además, de que nunca será igual de valioso aquello que conocemos por experiencia propia que lo que pensamos pasa o puede pasar en “x” o “y” circunstancia, finalmente, tiene que ver con el “hubiera”, que dicho sea de paso tanto en la política como en la vida no sirve para nada… ¿qué hubiera pasado si México le ganara a Alemania aquel partido de 1998?, ¿qué hubiera pasado si en lugar de comprar el mono y los chocolates le preguntara a mi papá que hacer?

Aprendí con los años, que no puedo asumir cosas si no tengo la experiencia suficiente como para darlas por hecho, incluso he de corroborar casi metódicamente cada cosa, cada hecho antes de darlo por sentado. Se ha convertido en un proceso mental y moral muy rápido que ejercito todos los días, antes de mandar un mensaje, de escribir una nota, de comenzar un hakuna, verifico la veracidad y el contenido, ya no se diga la valía de mi información, pero sobre todo busco el modo más asertivo de comunicarlo, todo eso lo aprendí al siempre dudar que en realidad gané aquella vez en el cubilete y al mantener la incógnita de porqué mi papá se molestó cuando vio que me había gastado aquella lana.

Dicho sea de paso, durante mucho tiempo me negué a apostar, no jugaba ni a las canicas y aunque mi infancia guarda recuerdos memorables de las largas jugadas de dominó, jamás volví a jugar por dinero, digamos que quede ciscado. Fue apenas hace unos años, que mi papá me ayudó, casi de manera karmática a poder jugarme aunque sea unos pesillos de vez en cuando, al transmitirme la filosofía de un amigo suyo: “el dinero del juego, es del juego”, así, tan simple y tan fácil lo que me gano en el juego, que viene de ese gusto por desprenderme de algo para jugarlo a la suerte, lo tengo que dejar en el juego, bueno casi siempre, con algunas quinielas he invitado a mis novias a comer y con uno que otro pai gow poker favorable me he comprado un gustillo o dos.

En fin, aquellas dudas, aquellas incertidumbres que te dan el saber si hiciste bien o hiciste mal, no pueden mantenerte martirizado o aislado de la realidad, por eso más vale averiguar las razones de esos sentimientos y definitivamente estar seguros de lo que suponiendo nos atormenta.


A MI PAPÁ.

Tengo tanto que agradecerle que no puedo reprocharle nada, porque aunque quisiera, cada cosa tiene una justificación y al paso del tiempo es plenamente entendida, todo, desde sus abrazos, sus llamadas de atención, sus cinturones, sus sacrificios, sus confesiones, su silencio, su comprensión, su apoyo, su cariño, su gusto de vernos contentos, su satisfacción de hacernos felices, de darnos lo que él no tuvo, tantas cosas, que decir gracias es aunque poca cosa, dicho desde el fondo de mi corazón.

Nadie nos quiere como nuestro padre y tampoco a nadie podemos querer igual que a un padre y supongo que igual que a un hijo, el amor de padre me ha dado fortaleza, seguridad y temple, mismos valores que les deseo a quienes por alguna razón no tienen o no tuvieron papá y mismos que uso para reprocharle a aquellos que siendo benditos de ser padres se condenan al no ejercer ese vínculo como se debe y como lo necesitan sus hijos.


PD. Cetosis en proceso, -19 y contando.

domingo, 10 de junio de 2012

LAS REGLAS DE ORO, EL FRONTENIS Y LA SOLEDAD. (HACER UTIL EL TALENTO)



Desde muy niño, estoy familiarizado con las “reglas de oro de la política” del Doctor Gustavo Baz Prada: “vivir dentro de la realidad”, “no hablar mal de nadie”, “no confundir lo supuesto con lo averiguado” y “ser siempre oportuno”, por sí solas, cada una merece al menos una buena tesis y un análisis variado, pues no solo me han sido útiles en la política sino en la vida, sin embargo al estilo matata, les daremos una embarradita como enchiladas de escuela.

Basta recordar como me llamo, para recordar a Baz y la admiración y el cariño que mi papá le profesa, por eso mismo, por que mi nombre me lo recuerda siempre, las reglas están presentes en mi vida, aunque reconozco que a veces las paso por alto involuntariamente – regularmente no soy oportuno – y a veces de plano las obvio porque sencillamente me dieron ganas, aquí regularmente “vivir dentro de la realidad” es la que me ando brincando de vez en cuando; por eso me ocuparé de VIVIR DENTRO DE LA REALIDAD, en este primer espacio de los 4 dedicados a este tema.

Comencemos…

Cosas que SÉ que no van a pasar, pero que suelo desear:

1.- que cierta persona me llame y me diga “pelos, creo que cometimos un error, te invito a comer, al cine y a ver que pasa”.
2.- que en el banco cometan un error y me depositen un dinero que iba a ser depositado a una persona nefasta y que además mis deudas de las tarjetas desaparezcan.
3.- que mis vecinos los escandalosos sean visitados por un comando o al menos una turba y despojados de su potente estéreo.
4.- que el dolor que de repente me da en la panza se me va a quitar así nomás, solito sin ir al doctor ni nada.
5.- que el próximo Presidente de México, sólo, resuelva los problemas del país, que alcance una aceptación tremenda, que los malosos le huyan, que todos lo comprendamos y lo apoyemos porque sabe lo que hace.

Obviamente eso no es vivir dentro de la realidad y aunque solo escapo de mi circunstancia un momento, el simple hecho de idealizar e incluso desear que pasen cosas que por seguro no van a suceder es un ejercicio muy trabajado que tenemos los mexicanos, siempre nos sustraemos a ratos, a veces a laaargos ratos, para pensarnos en una situación mejor, no se trata del mentado “ya me vi”, que es otra idealización errónea porque depende de la suerte, sino de la voluntad de someternos al albur de que suceda algo muy improbable.

Afortunadamente, esta regla de oro  a pesar de ser muy violentada, también es la más fácil de suscribir y resarcir, basta con tomar la iniciativa de hacer lo primero, con decidir contener el gasto y evitar frivolidades para lo segundo, con mantener el dialogo y llegar a un acuerdo en lo tercero (aquí de plano creo que mejor me pongo unos algodones), con ir al doctor y ceñirme al tratamiento para lo cuarto, pero lo quinto tiene una parte imposible y otra deseable, me explico, al igual que las primeras cuatro suposiciones, esta última tiene una parte que definitivamente no es posible realizar, eso de que una sola persona pueda con todos los problemas del país, es impensable, pero por otro lado, lo deseable que es la suma y la voluntad de todos – finalmente todos somos mexicanos – es una aspiración legítima, por ello ese supuesto también es realizable.



La mañana de este domingo tuve sesión de raquetazos con “el plex”, “el Cervi”, “el varelita” y “el chayan”, o sea mis cuates del frontenis, quienes por cada punto bueno mío, por cada buen golpe de un servidor, me percate que en lugar de halagar cordialmente el tino o la precisión, decían: “la fallé”, “mi error, perdón”, “chin”, desde luego que siempre nos echamos porras y nos alabamos los muy buenos puntos, esos que parecen imposibles, pero los regulares, los cotidianos, de forma casi inconsciente nos asumimos como culpables, adquiriendo una culpa sin reconocer el mérito del contrario.

Algo parecido pasa en la vida, nos culpamos de muchas cosas, cuando de vez en cuando debemos reconocer que no estaba en nosotros o que de plano alguien más lo ha hecho muy bien y debemos reconocer el mérito y soltar la culpa, pues finalmente ya es tanto en contra.



En plena tercera temporada de vivir solo, me doy cuenta que a pesar de ser un estado temido, también es una situación que hay que valorar porque nos permite regresar al sentido común y al principio básico de lo uso lo guardo, lo ensucio lo limpio, lo termino lo repongo, que tanto olvidamos en el confort de la compañía, la diferencia de las soledades radica en lo que las provoca, a veces decisiones personales, a veces de terceros, a veces pérdidas, pues en cada una reaccionamos de forma distinta, en algunas somos voluntarios, en otras víctimas y en las demás damnificados, lo importante de todas es aprender a vivir con nosotros, cuidarnos, respetarnos y no preocupar a los demás, haciéndoles ver que somos capaces de ver por nosotros mismos.


Finalmente, deseo expresar que manolin mi querido hermano, recién cumplió 32 años y me ha dado una lección de vida de esas que solo dan los genios, me ha enseñado que el talento se cultiva, se trabaja, se mejora, se pule, pero que por sobre todas las cosas, se hace útil, manolillo puede en una sola imagen decir más de lo que yo he dicho toda mi vida e intrínsecamente en esa imagen, dejar constancia permanente de su vida y de su paso por el planeta tierra, ojalá todos podamos hacer lo mismo con aquello en lo que somos destacados o virtuosos: nunca sentirnos lo suficientemente buenos para continuar siempre mejorando.


PD. La cetosis continua en proceso, - 16 y contando.