SER OPORTUNO.
REGLA 4.
Muy de malitas comienzo a
escribir este hakuna, pues después de un larguísimo ayuno y de someterme a una
tomografía con una atención muy deficiente, puedo comer algo y aprovechar para
hacer catarsis escribiendo.
Siempre he creído que si pagamos
o nos descuentan de nuestros sueldos cuotas para nuestros servicios de salud,
pues debemos usarlos, lamentablemente los servicios públicos de salud son
inhumanos, deficientes y muy desatentos – la verdad también en el ABC son así-
estoy seguro que los mejores médicos, aparatos, tratamientos y enfermeras de
México, se encuentran en los hospitales públicos principalmente de la capital y
también estoy seguro que en todos los hospitales públicos del país hay grandes
doctores y enfermeras, pero también estoy seguro que existe gente poco
profesional, desatenta, ruda, grosera y prepotente, a quienes llamamos despectivamente
burócratas.
En fin, lamento mucho que los
mexicanos tengamos que someternos al maltrato de quienes se supone nos deben
servir, pues finalmente sus salarios vienen de nuestras aportaciones e
impuestos, pero es un tema en el que nadie, de ningún color o nivel de gobierno
se interesa.
La regla número 4 de Baz, “Ser
oportuno”, es mucho más profunda y difícil de cumplir que cualquiera de las
otras 3, que ya de por sí, guardan complejidad y requieren de voluntad,
vocación y constancia; ser oportuno implica ser muchas cosas más, inteligente,
profesional, certero, maduro, templado y saber entender o diferenciar las
situaciones, momentos y personas de nuestros entornos.
Ser oportuno implica también o
requiere algo de simpatía y carisma, así como de naturalidad, buena fama e intuición o sea, no está fácil.
En el siglo pasado cuando andaba
de grillito cantor en una cursilería juvenil llamada “México Nuevo”, tuvimos la
oportunidad de platicar con un profesor que había sido de todo en su gremio y
muchas cosas en la política, quien con su largo colmillo de morsa nos permitió presentarnos
preguntándonos qué hacíamos, ni tardos ni perezosos los párvulos aspirantes a
bebesaurios comenzaron por decir los rimbombantes cargos que ostentaban, secretario
de tal, coordinador de tal, encargado de aquello, tras algunas presentaciones
intuí que el profe Sixto andaba buscando una respuesta a modo para empezar su
charla y me avente a presentarme y a decir “yo hago de todo”, de inmediato una
sonrisa se esbozo en aquel hombre y de ahí se agarró para darnos una muy buena
plática de que en política hay que estar dispuesto a entrarle a todo, vaya, a
tener disposición para participar y aprender; fui oportuno.
En los concursos de oratoria,
estudiaba a mi jurado, en ocasiones oradores mayores o maestros de edad
avanzada, en otras jóvenes organizadores o campeones recientes, autoridades o
personalidades que poco sabían de oratoria pero cuya opinión sería muy tomada
en cuenta, buscaba entonces ser oportuno en mis disertaciones, en el tiempo, en
las citas, en las alusiones a personajes históricos, ya fueran pensadores,
intelectuales, políticos o escritores; casi siempre gané.
Sin embargo, en algunas otras
experiencias personales o laborales, me daba cuenta que las adulaciones
excesivas, las muestras exageradas de conocimientos o experiencias no eran tan
bien recibidas por los interlocutores, quienes en ocasiones se mostraban
indiferentes y en otras molestos; comprendí entonces la diferencia entre
oportuno y oportunista.
Ser oportuno nada tiene que ver
con la suerte, eso más bien es tener tino, lo que ocurre de vez en cuando y
desde luego no está basado ni en las capacidades personales ni en la intuición,
pues ésta, incluye además el cálculo del terreno que se pisa, el estado de
ánimo de la gente y desde luego el estado de ánimo propio.
Ser oportuno también significa
que cumples con las otras 3 reglas, es decir, es la consecuencia lógica de
vivir dentro de la realidad, de no hablar mal de nadie y de no confundir lo
supuesto con lo averiguado, ahí está el detalle, las reglas de oro de Baz no
son un simple manual o un método de pasos a seguir que garantizan el triunfo o
el éxito, son una serie de atributos que hay que explorar, adquirir, cultivar y
perfeccionar a lo largo del tiempo, siendo la constancia y la perseverancia las
claves para lograrlo.
Quien cumpla con las reglas de
oro de Baz, o más bien quien las adopte como modo de vida o desempeño no tiene
asegurado cumplir con sus anhelos políticos personales, pero si tiene muchas
posibilidades de convertirse en una persona íntegra, respetable y digna de
confianza; al final de su vida el Doctor Gustavo Baz Prada era muchas cosas y
había sido muchas más, pero finalmente además de tener nombre de calle, se
convirtió en un personaje respetado, admirado, imitado y universal.
PD. Esta semana llegan a su fin
las campañas, cumplo tres meses en cetosis, viene la elección y llega Manolín,
pero lo que más gusto me da, es que la próxima semana aquí seguiremos, si Dios
nos presta vida.