domingo, 17 de septiembre de 2017

MUJERES

 
Al respecto de las mujeres, he escrito bastante, a mi madre, a mis abuelas, a mi esposa y mi hija y genéricamente a todas; particularmente a algunas y por eso muchas cosas al respecto de ellas solo las conocen ellas mismas.

Me siento apto para escribir sobre las madres, sobre las amigas, sobre las hijas, sobre la mujer como principio y fin, son en mi caso, una fuente inagotable de inspiración cuya contención es necesaria en beneficio de la armonía marital.

Por ello quizás también me limito a escribir sobre la esposa, más bien las esposas, pues sería apto si no hubiera recorrido ya distintos caminos minados de maneras tan diferentes pero igual de necesarios y caprichosos.

Como hombre quizá he fallado como esposo, solo Dios y ellas parcialmente saben a lo que me refiero, en mi intento de venerarlas he fallado tantas veces como quizás he podido satisfacerles, sin embargo un pequeño sabor amargo siempre es más persistente que el de la savia más dulce.

Pero eso no me impide hoy sentirme agobiado por la manera en la que no hemos entendido un problema tan sencillo como complejo en su conformación, no es necesario aplicar más método que el de la observación para saber que nuestro país está tan lleno de mujeres indefensas y propensas a sufrir violencia, como de hombres imbéciles, sin escrúpulos, enfermos mentales y de cerebro diminuto, sin corazón y agallas.

Somos una sociedad que maltrata, discrimina, ofende, limita, segrega, estereotipa, utiliza, sodomiza, prostituye y mata a las mujeres por el simple hecho de serlo. Lo hacemos por acción, omisión u consentimiento, justificándonos en cualquier cantidad de barbaridades, tanto, que deberíamos ser catalogados en la rama más elemental de los estándares internacionales de derechos humanos.

Si en México es peligroso ser reportero o migrante, cosas a las que se opta, nacer mujer es un riesgo permanente que inicia desde el preciso momento en el que es conocido el sexo del neonato, padres, hermanos, familiares, vecinos, compañeros de escuela, maestros, novios, prestadores de servicio, esposos, hijos, transeúntes, conductores de transportes públicos o privados, en fin, prácticamente todos los hombres representamos un riesgo latente a la seguridad de las mujeres.

Creo que en la medida en la que las mujeres comiencen a sentirse seguras en la calle, la escuela, el trabajo, los bares o sus propias casas, México será un mejor país; de otra manera estamos maltratando y matando a nuestro mejor activo, no hay nada más hermoso que una mujer mexicana, que cumple, que trabaja, que se entrega, que da la vida por sus hijos, que adopta a sus causas como si fueran igualmente de sus entrañas, que nos administran, que nos delatan, que nos acarician, que nos acompañan, que nos enseñan, que nos conmueven.

No podemos aspirar a ser un mejor país si no tratamos bien a las mujeres, a todas, porque en el interminable dilema de distinguirnos o igualarnos, siempre debe de prevalecer el hecho de respetarnos.

MUJER:
Te vivo, te sufro, te siento, te extraño y te recuerdo
Perpetuo a cada paso tu legado, procuro a cada paso los tuyos
Pienso en ti, vivo en ti, vivo por ti
Necesito besarte, entregarme, eres el aire que respiro y que refresca
Eres el rumbo en la deriva, el timón en la tormenta
Fuiste casa y eres refugio
Eres causa, pretexto y consecuencia
Eres vida, la tuya, la mía, la nuestra y más, definitivamente más que un día.


sábado, 2 de septiembre de 2017

TOPETERO. MENTIRAS. EL PRI.



Al estilo de “Tenazas” en ese capítulo de Los Simpson donde Homero adopta una pequeña langosta a la que alimenta, quiere, pasea, cuida y come, después de darle un baño caliente, en la casa de mis papás teníamos a Topetero, un borrego que se convirtió en el macho alfa de los animales de la casa y en el azote de los amigos de Manolin que lo bautizaron así por las correteadas y tremendos golpazos que les asestaba.

A pesar del cariño y los cuidados, Topetero cumplió con su destino y se convirtió en un delicioso manjar de tragones en tremendo festín.

Esa característica humana de comernos casi todo, incluso lo que queremos, me hace reflexionar sobre los políticos panistas, al menos en sus legisladores federales, porque en el nombre llevan la penitencia, ¡ah cómo comen pan! Por cierto es la segunda vez que veo a un Senador de oposición de estas legislaturas manifestar que "se privilegió la política" algo me hace suponer que un compañerito de la JUCOPO, que le gusta hacer destapes, se ha encargado de hacer bien su tarea y echarse a la bolsa a sus amigos, o hermanos, como alguna vez le dijo el Senador Barbosa.

MENTIRAS.

Las mentiras son feitas, sin importar el tamaño, la intención o la frecuencia, decirlas o incluso vivir en ellas tiene malas consecuencias.

Nada más sano y seguro que decir siempre la verdad, tal vez no resulte conveniente de inmediato pero más vale decir una verdad que tener que inventar 1000 mentiras.

Ojo, decir la verdad no es lo mismo que ser cínico o descarado, al final todos mentimos porque callar u omitir nos hace mentirosos, sin embargo, no podría yo decir la verdad sobre alguien más, no me corresponde, cada quien es responsable de sus verdades, de sus mentiras y sus tormentos.

Me duele cuando alguien querido y estimado confunde la complicidad con la  fraternidad, es triste ver a quien de un modo u otro miente, pero es más triste volverse parte de esa mentira.

EL PRI.

Acostumbrados a la hostilidad, a la adversidad y a los maliciosos juegos del poder los priistas practicamos la resistencia, la resiliencia y la reinvención mejor que ningún otro militante político en el mundo. Desde las cenizas, desde la lona, contra la intriga y el montón o el agandalle, nos mantenemos, nos respetamos. No es un juego para todos "hay que aprender a andar en esto" me dijo mi papá ante mis primeras adversidades. "Quedan muchas páginas en blanco para escribir juntos" dice también, admiro su militancia, su vocación, su disciplina, su temple; el partido es, en el caso de los priistas nuestra casa, y de ella nadie nos puede sacar y a ella siempre podemos acudir por refugio.

Hay reglas escritas y no escritas, hace falta entenderlas y en casos interpretarlas, hay cosas que no nos gustan, que nos indignan, pero hay muchas otras que nos enorgullecen.

Ser priista no implica nada malo pero tampoco nada bueno por el simple hecho de serlo, cada quien, como en la vida debe mostrar su valía y sus valores.

En la militancia somos abiertos, dialogamos, construimos puentes, mantenemos lazos y amistades con quienes no piensan o militan como nosotros, creemos en nuestras instancias y acudimos a ellas con vehemencia y entrega, somos militantes reales y no ocasionales, somos ante todo postulantes y defensores.

Prácticamente nací en el PRI, ahí se conocieron mis padres, ahí conocí a muchos de mis amigos, de mis jefes, no me sonroja reconocerlo, soy militante del PRI, por convicción haré política siempre como aprendí, como priista, imparcial, no neutral, con vocación demócrata y con mucho sentido social y de servicio.

PD.

A pesar del desfase de tiempo entre la asamblea nacional y hoy, 2 de septiembre del 2017, quise publicar esto escrito por aquellos días.


Ya habrá tiempo de escribir sobre Game of Thrones, match.com y la vida que caminaba sola… pendiente.